Alusión a los portales de los extras
___En los rodajes de las películas están, por supuesto, los protagonistas, que son los más famosos y los que en ocasiones están nominados a los premios y las distinciones. La prensa los entrevista y dan declaraciones en medio de fotógrafos y periodistas que los persiguen a toda hora. También están los actores secundarios, que muchas veces logran sobresalir incluso por encima de los protagonistas. Suelen ser artistas profesionales que ya han dedicado sus vidas por completo a la actuación.
___Pero resulta que, al fondo, mezclados entre ellos, en un tercer lugar del que nunca se dice nada, están esos personajes que solo aparecen fugazmente: la secretaria que está escribiendo en el computador, el vendedor de perros calientes, la señora que pasa con una sombrilla mientras los dos protagonistas se besan apasionadamente. Son los extras, los invisibles, los innombrables, los que hacen de árbol. Siempre he sentido por ellos una pasión difícil de explicar.
___En medio del rodaje uno puede detectarlos con facilidad: llegan temprano, son tranquilos, reposados y obedientes con respecto a las instrucciones de cuándo, cómo y de qué manera deben salir a escena. No exigen lujos ni extravagancias de ninguna clase. Son individuos sin ego, que no se creen importantes, que no reclaman nada.
___A veces son jóvenes que se pagan de ese modo sus estudios o desempleados que prefieren hacer de transeúntes en una película que quedarse en la casa sin hacer nada. Pero hay otros que son extras profesionales, es decir, actores que llevan muchos años pasando al fondo de las cámaras, mirando una vitrina o paseando un perro mientras la secuencia principal sucede en primer plano.
___Y es ahí donde entra mi fascinación: ¿cómo es la vida de uno si durante veinte años ha estado detrás de la trama? ¿Qué siento, cómo pienso si durante décadas he sido invisible, indetectable, inaudible? ¿Cómo les explico a mis amigos y familiares que llevo varios lustros haciendo de nube, siendo un fantasma, un ser etéreo, una sombra fugaz? En una película estoy haciendo fila para el ascensor con otras cinco personas, en la siguiente estoy comprando flores al fondo de la escena y en una tercera sencillamente camino por el andén mientras matan al protagonista. Fascinante.
___Si soy un extra, los asuntos importantes les ocurren a otros, no a mí. Los que sobresalen tienen un destino, un sentido profundo para sus vidas, cumplen con unos designios que los ennoblecen o los hunden en la bajeza, pero yo no, yo he venido al mundo sin propósito específico, sin guion, sin arco dramático. Los dioses se han olvidado de mí.
___En la primera película de Los Iniciados estuve siempre muy atento a los comerciantes de la Kasbah. Vendían dátiles y legumbres, pollos colgando de ganchos y pinchos a la brasa. Había también, al fondo, un vendedor de libros de segunda para que quedara claro que, así sea en las peores condiciones, siempre estamos necesitados de alimento espiritual. Y las conversaciones entre ellos eran fascinantes: se conocían, se saludaban con nombre propio, se ponían de acuerdo para encontrarse en otra película. Era la tribu de los invisibles, de los inmateriales, de los evanescentes.
___En otra ocasión, en pleno rodaje, en un pequeño receso que dio la directora, fui testigo de cómo un extra de barba negra y lentes gruesos de carey le preguntó a otro a bocajarro:
___– Amigo ¿cree usted que es posible salir de esta dimensión y pasar a otra sin que nadie nos detecte?
___El interrogado se quedó estupefacto, sin saber qué responder.
___Me dije, entonces, que esas deben ser las preguntas características de los extras de oficio: si ya estoy por fuera, si nadie me ve ni me dirige la palabra, ¿habrá un movimiento imperceptible que me saque por completo, que me lance a una dimensión alterna? ¿Es posible estar en pleno rodaje y de repente desaparecer sin que lo noten los demás compañeros, los asistentes de dirección o los mismos sonidistas? Si he vivido durante años al borde de la realidad, ¿no es apenas normal que me pregunte qué hay del otro lado, allá, donde las luces del director de fotografía se apagan y los camarógrafos no pueden enfocar porque, sencillamente, no hay rostros, no hay escenografía, y, lo más importante, no hay trama, ni actores principales llorando ni sonriendo?