Río Magdalena.
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___Hace unos años un amigo que ya murió, y que era un narrador oral impresionante, me contó una historia sobrecogedora que nunca pude olvidar. Una noche de fin de año, con su voz parsimoniosa y sus ademanes de prestidigitador profesional, escanció un poco de vino y empezó un relato que nos dejó a todos atrapados desde el comienzo. Era una trama que parecía sacada de un guion de Hollywood.
___Nos contó que en los años cincuenta del siglo pasado solían irse de paseo al río Magdalena. Por aquel entonces, sin el cambio climático y sin la contaminación de hoy, el río era imponente y tenía a su alrededor toda una fauna que no dejaba de deslumbrar a los visitantes. Ir de paseo por el río era una aventura que valía la pena de ser vivida, aunque fuera una sola vez en la vida.
___Sobra recordarle al lector que esa travesía está citada en la obra de García Márquez, y que tanto de entrada al continente como de salida, el río fue durante décadas nuestra gran avenida que comunicaba el Caribe colombiano con el interior.
___Mi amigo nos contó, entonces, que su familia organizó el viaje con varios meses de antelación: contrataron un pequeño barquito, hicieron cuentas de qué provisiones se necesitarían, y reservaron distintos hospedajes a lo largo del río para pasar la noche. A última hora llegó una noticia extraordinaria: la tía Margot, que acababa de aterrizar desde Australia, se sumaría a la aventura.
___La tía Margot era una enfermera que se había ido del país en busca de un futuro mejor. Hablaba inglés desde niña y eso le facilitó encontrar trabajo rápidamente en Australia apenas desembarcó en ese país. Era una mujer liberal, bella y simpática, y decía que tenía un novio inglés, pero nadie había visto una foto siquiera del extranjero que tenía la fortuna de salir con ella.
___Desde el comienzo del viaje, la tía Margot mostró su simpatía y su desenfado: en las horas de la noche se burlaba de los miedos infundados a los espantos y las almas perdidas, y solía decirles cuando empezaban a orar en grupo:
___– Ustedes siguen siendo tan pueblerinos y rezanderos como cuando me fui. Solo faltó que invitaran a venir al cura del pueblo.
___El viaje transcurrió sin mayores contratiempos. El único traspiés era que los mosquitos estaban acabando con todos ellos. Nada que no se pudiera solucionar con un poco de alcohol y alcanfor. Todos estaban felices y deseando regresar pronto para revelar los rollos de sus respectivas cámaras fotográficas.
___En uno de los últimos días de la travesía estaban en la orilla preparando un sancocho de pescado, cuando la tía Margot divisó a lo lejos un promontorio que sobresalía en medio de la corriente del río, y dijo con seguridad:
___– Voy a nadar hasta ese islote.
___Todos se pusieron nerviosos y le indicaron los riesgos, las corrientes secretas que ocultaba el río, los posibles calambres, la picadura de algún bicho, en fin, cualquier descuido y ella podría ahogarse. Sin embargo, acostumbrada a llevarles la contraria, la mujer se sonrió, volvió a medir la distancia que la separaba del islote, y aseguró sin inmutarse:
___– He nadado distancias superiores en Australia.
___Y sin esperar más advertencias caminó hasta la orilla y se lanzó al agua. Todos se arremolinaron para verla. En efecto, la mujer braceaba con propiedad y no se dejaba arrastrar por la corriente. Era realmente una nadadora extraordinaria. A los pocos minutos llegó hasta el islote, salió del agua como una diosa antigua y levantó los brazos victoriosa. Todos aplaudieron asombrados.
___De repente, de uno de los costados del islote aparecieron unas patas verdes camufladas entre la maleza. Uno de los viajeros dio el grito de alarma.
___– ¡Cuidado, Margot!
___Ella no alcanzó a escuchar la advertencia y siguió celebrando y sonriendo. Entonces aparecieron otras patas verdes, y otras y otras. Los viajeros no dejaban de gritar y de señalarle a Margot el peligro que la estaba asediando. Cuando ella logró voltear el rostro ya era demasiado tarde: un grupo de caimanes la tenía rodeada. En la ribera opuesta, la familia entera gritaba, pedía ayuda, intentaba alertar a los pescadores que pasaban cerca para ver si alguno alcanzaba a hacer algo. El cerco se había cerrado por completo: la tía Margot estaba pálida y cayó al suelo en medio de alaridos de terror.
___Primero apareció un brazo desmembrado en al aire, luego el otro, después una pierna y así las bestias fueron arrancando pedazos en medio de un baño de sangre. Mi amigo alcanzaba a recordar la cabeza de la tía Margot ensangrentada en la boca del caimán más grande. No quedó nada. El festín había sido total.
___La tía Margot no tuvo una tumba porque nunca hubo un cadáver para enterrar.