“La lectura es un ejercicio de la libertad. Es como una puerta que se abre a otra dimensión. Es como un mecanismo mediante el cual yo puedo transportarme, irme y eso da un poder incalculable.
Disfruté mucho (ser maestro) pero a finales de los 90, comienzos del año 2000, cuando estaba en Estados Unidos a punto de empezar un doctorado, ya habiendo cursado una maestría en Literatura latinoamericana, tuve una crisis y era la de dedicarme a la academia o a la creación y opté por la creación, lo cual fue doloroso, porque ese camino al cual le dije no siempre me quedó sonando, me quedó pendiente.”